La calle està¡ desierta; la noche frà­a;
velada por las nubes pasa la luna;
arriba està¡ cerrada la celosà­a
y las notas vibrantes, una por una,
suenan cuando los dedos fuertes y à¡giles,
mientras la voz que canta, ternuras narra,
hacen que vibren las cuerdas frà¡giles
de la guitarra.


La calle està¡ desierta; la noche frà­a;
una nube borrosa tapà³ la luna;
arriba està¡ cerrada la celosà­a
y se apagan las notas, una por una.
Tal vez la serenata con su ruido
busca un alma de nià±a que ama y espera,
como buscan alares donde hacer nido
las golondrinas pardas en primavera.


La calle està¡ desierta; la noche frà­a;
en un espacio claro brillà³ la luna;
arriba ya està¡ abierta la celosà­a
y se apagan las notas una por una.
El cantor con los dedos fuertes y à¡giles,
de la vieja ventana se asià³ a la barra
y dan como un gemido las cuerdas frà¡giles
de la guitarra.